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Cuando nos enfrentamos a un nuevo proyecto de riego, el primer paso es determinar las bases del cálculo para que los resultados sean fiables y precisos. El parámetro de evapotranspiración (ET) es, quizás, el más relevante de todos. Subestimar este valor puede resultar en situaciones de estrés hídrico en el cultivo y su consecuente pérdida de rendimiento. Por el contrario, una sobreestimación de la ET puede generar costes elevados de material e instalación.
Es necesario, entonces, determinar correctamente el valor de evapotranspiración, ya que de este parten todos los demás cálculos en la fase de diseño. Ahora bien, ¿qué es la evapotranspiración?
La FAO define la ET como “la combinación de dos procesos separados por los que el agua se pierde a través de la superficie del suelo por evaporación y por otra parte mediante transpiración del cultivo”.
Se trata de dos procesos independientes, pero fuertemente ligados entre sí. Vamos a centrarnos en cada uno por separado:
EVAPORACIÓN
Seguramente te hayas fijado en el vapor que se produce cuando calientas agua en una cacerola para cocinar. Precisamente, ese vapor es el resultado de la evaporación del agua, pero ¿qué está sucediendo exactamente ahí?
Comencemos desde el principio. El agua puede presentarse en 3 estados diferentes: sólido, líquido y gaseoso. Lo que se traduce en hielo, agua y vapor. El nivel de energía determina el estado en el que se presentan las partículas del agua. Así el estado sólido es el nivel energético más bajo, mientras que el vapor el más elevado.
Así pues, cuando vertemos agua en una cacerola para cocer arroz y lo calentamos, el estado energético del agua va aumentando progresivamente hasta alcanzar el límite en el que cambia de estado, pasando de líquido a gas: el vapor de agua. Esto es lo que se conoce como el proceso de evaporación. El vapor sale de la cacerola dispersándose por la atmósfera.
El agua se puede evaporar de cualquier superficie, como mares, océanos y ríos, e incluso el tejado de una casa. Volviendo al ejemplo anterior de la cocina, si cambiamos la cacerola por un terreno agrícola y el fuego que calienta por la radiación solar, nos encontramos con la evaporación efectuada desde el suelo hacia la atmósfera. Este proceso ocurre de manera natural en todas partes.
En función de la energía de la radiación solar (junto con otros factores climáticos) el agua en forma de vapor sale de la superficie del suelo a un ritmo diferente. Esto nos indica que el proceso de evaporación depende de las condiciones climáticas locales, las cuales pueden variar diariamente.
La tasa de evapotranspiración varía diariamente y depende directamente en la radiación solar y otras condiciones climáticas.
Por otro lado, el tipo de suelo afecta a la tasa de evaporación de la superficie de la misma, ya que según la textura del suelo, las partículas retienen con mayor o menor “fuerza” el agua entre los poros. De manera similar, si sobre el terreno instalamos algún tipo de cobertura, ya sea natural o artificial, la acción directa del sol sobre la superficie del suelo se ve reducida, reduciendo igualmente la evaporación.
La textura, humedad y cobertura del suelo, también condicionan el nivel de evaporación.
En la fotografía anterior, podemos ver la instalación de una serie de paneles fotovoltaicos sobre una estructura flotante, en un embalse de riego. En lugar de energizar (evaporar) el agua, la energía solar incidente sobre la superficie es utilizada para generar energía eléctrica. De esta forma, se reducen las pérdidas de agua por evaporación y, además, se obtiene energía de una fuente renovable y sostenible.
TRANSPIRACIÓN
Imaginemos una planta sana creciendo en nuestro jardín. Las raíces están desarrolladas en profundidad y obtienen nutrientes y agua a lo largo del suelo. Esta solución de agua y nutrientes asciende desde las raíces por toda la estructura vegetal de la planta hasta las hojas. En las hojas, principalmente, es donde esta agua, y los nutrientes disueltos, se aprovechan para generar la energía necesaria para continuar creciendo y desarrollando los órganos vegetativos. El agua que no se consume en este proceso, se libera por una especie de ventana que se encuentra en el envés de las hojas (estomas). Este volumen de agua, que ha pasado de la hoja a la atmósfera, se conoce como el proceso de transpiración.
Generalmente, cuanto más desarrollada esté la planta, mayor cantidad de agua y nutrientes requerirá, lo que dará lugar a una transpiración mayor. Sin embargo, en el caso de que no haya suficiente humedad en el suelo disponible para la planta, los estomas estarán inactivos y se interrumpirá el proceso de transpiración.
La tasa de transpiración varía diariamente, ya que depende directamente en las condiciones climatológicas locales y en el estado de crecimiento y salud de la planta.
EVAPOTRANSPIRACIÓN
Entonces, si sumamos la cantidad de agua que se evapora directamente desde el suelo y la que transpira la planta, obtenemos la tasa de evapo-transpiración.
Estos dos parámetros, evaporación y transpiración, están muy ligados cuando nos referimos a la aplicación de riego. El sistema de riego que se utilice condicionará la proporción de cada uno de estos parámetros, ya que no tiene nada que ver un sistema de riego por aspersión con un sistema de riego localizado.
¿Sabías que solo entre el 1 y 5% del agua absorbida por las plantas es utilizada en su propio metabolismo, mientras que el 95-99% restante es liberado a la atmósfera (transpirado)?
RIEGO POR GOTEO
Normalmente, el riego se aplica durante el periodo de mayor escasez de precipitaciones y mayor demanda hídrica de las plantas, coincidiendo con el momento en que el contenido de humedad en la parte superior del perfil del suelo es insignificante a efectos de contabilizar la evaporación.
En los sistemas de riego localizado por goteo, a diferencia del riego por inundación, surcos, o el riego por aspersión, solo se humedece una parte de la superficie que ocupa el cultivo, concentrando la aplicación de agua en la zona de mayor densidad radicular de la planta. Esto facilita la absorción del agua por parte de las raíces y reduce la evaporación del agua en la zona de la superficie no cultivada, concentrándose en la zona de aplicación el riego.
Si conseguimos reducir la tasa de evaporación y, a su vez, realizar una práctica de riego de manera precisa, podremos obtener grandes beneficios optimizando los recursos disponibles.
SISTEMAS DE RIEGO POR GOTEO SUBTERRÁNEO (RGS)
Una de las ventajas que ofrece el Riego por Goteo Subterráneo (RGS) es la aplicación de agua de manera que la humedad no alcanza la superficie del terreno, evitando la pérdida de agua por evaporación. Para obtener un correcto funcionamiento de este sistema de riego, este debe ser diseñado, instalado y operado por personal especializado en el mismo.
Si sufrimos de escasa dotación de agua y/o la calidad de la misma no es la más adecuada para el riego, los sistemas de RGS pueden ser una buena solución. Las tuberías emisoras se entierran a una determinada profundidad -en función del cultivo, sistema de plantación y tipo de suelo- y una vez realizada la aportación de agua, esta se aplica directamente donde se encuentran las raíces activas de la planta. De esta forma, evitamos la aparición de humedad en la superficie del terreno. La eficiencia de aplicación de riego -no solo de agua, sino también de nutrientes- que se obtiene con el sistema de RGS es la más alta de todas, reduciendo costes de operación también.